Esta es una mierda como otras tantas
que escribo. Realmente todo es mierda. Sí. También esa entrada en
la que hablo de sexo, ¿y por qué? Porque yo me sentía como una
mierda mientras lo escribía. Como ahora. Pero no, esta no va de
sexo. Esta va de amor. De amor de mierda.
Estoy cansada de escuchar que el amor
es bonito. Sí, no os voy a engañar, LO ES, ¿pero hasta cuando?
Cuando te das cuenta de que lo has dado todo, cuando miras al fondo
del tarro y solo ves restos que ni juntandolos dan para dos días...
¿qué haces? ¿cómo te sientes?
¿Y como te sientes cuando eso pasa
cuando la otra persona empieza a darse cuenta de todo y a mejorar?
Yo me odio, quizás como jamás lo he
hecho. Me siento como esa mierda que además de ser pisoteada
innumerables veces, es arrastrada y restregada en un escalón.
Sí, no tengo la culpa de que el tarro
se acabe, no tengo la culpa de querer llegar con los dedos a esos
restos e intentar usarlos en vano, pero me sigo sintiendo mal. No por
mí, por él.
En su lugar yo estaría rabiosa,
pensando que me han tomado el pelo: “intento mejorar las cosas,
creía que iba por buen camino, ¿y así me lo pagas?”. Sí, esas
serían seguramente mis palabras...
Solo quiero llorar. Dejar de existir.
Ser una piedra. Una puta maldita piedra a la que patean pero no
siente nada de ello. Ni frío, ni calor, ni dolor... nada. NADA.
Es un problema cuando hay tanto calor
en un lado y algo de frio en el otro. El todo se destempla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario